La Parroquia San Carlos Borromeo sigue rompiendo con
los moldes de la Iglesia
AMANDA CRESPO
OVIEDO. Fuenlabrada. 03/12/2014
Años 80, un
domingo cualquiera en una parroquia de Entrevías, ese viejo barrio de Madrid golpeado
entonces por la heroína. Un grupo de jóvenes decide presenciar la misa del
nuevo cura. Cuando éste se percata de que uno de ellos entra fumando, se
enciende un cigarro y fuma con él a modo de invitación. No es un cura
cualquiera, es Enrique de Castro, el impulsor del cambio en la Parroquia San
Carlos Borromeo.
A partir de su
llegada, la parroquia se volcó en ayudar a sus vecinos, desde inmigrantes en
riesgo de exclusión social, realizando encierros y acogiéndoles en sus casas, hasta
jóvenes con problemas de drogas con los que llegaron sus madres en busca de
apoyo y consuelo.
Es así como sus
paredes fueron testigo del nacimiento de Madres Contra la Droga, que realizaron
sus primeras reuniones en casa de Enrique. “Llegó un momento en el que las madres
dijimos: basta de lágrimas, aquí lo que hay que hacer es denunciar, presionar,
exigir y contarle al mundo lo que nos está pasando. Por ello, la parroquia no
sólo es el lugar donde se fundó la Asociación, sino que además es donde las
madres han aprendido a querer y a perdonar. Es nuestro sitio”, cuenta Carmen,
miembro de Madres Contra la Droga que, desde hace 18 años, tiene acogidos a dos
jóvenes, hijos de una mujer drogodependiente encarcelada.
Apodada como la
“Iglesia Roja”, la parroquia dejó de lado los rosarios y los confesionarios
para celebrar misas en las que se comulga con pan o rosquillas, donde una mujer
lee el evangelio con el cura vestido de calle sentado a la altura de oyentes,
que dejaron de serlo para convertirse en participantes expresando sus dudas y
opiniones.
Asunción lleva
35 años yendo a la parroquia. Al principio acudía a las charlas que un grupo de
mujeres impartía sobre sexualidad y después pasó a involucrarse activamente en
las labores que se llevaban a cabo. Para ella es un lugar de encuentro en el
que “no sólo se denuncia, se actúa, se atiende y se presentan alternativas”, y sostiene
que nunca han estado de acuerdo con la caridad ni con el asistencialismo.
Feligreses
muy diferentes
“Es un lugar
donde los pobres forman parte de la asamblea y no están en la puerta mendigando
como en otras parroquias”, dice Javier Baeza, que se siente afortunado de ser
el actual cura de la parroquia, ya que para él significa más coherencia con su
vida. Javier afirma compartir muchos valores de la izquierda, aunque no se
considera vinculado a ninguna formación política.
Y añade: “en
nuestras misas puedes encontrar gente como la nuera de Carrero Blanco, un
banquero, un diplomático, un defensor del pueblo, un chaval que se ha pasado 17
años preso, una anarco-sindicalista y una mujer que antes de venir aquí ha
estado en dos misas más porque no sabe si esta vale. En esta diversidad
encontramos la manera de celebrar la fe que no es otra cosa que creer en los
otros, ya que al final lo que nos vincula es la vida compartida”.
San Carlos
Borromeo es una parroquia abierta a muchas realidades que se mantiene con la
solidaridad de la gente. Además, presta su espacio gratuitamente a quien
necesite un sitio para reunirse o recaudar fondos para una buena causa, porque
Javier cree que “los curas tienen la mala educación de pensar que el espacio es
suyo” y concibe la Iglesia como un lugar para celebrar la vida y la dignidad de
las personas. Es el caso de Madres Contra la Represión, que a pesar de
declararse no creyentes se reúnen en la parroquia como algo normal. Muchas
vivieron la época del franquismo, cuando esto no estaba permitido y encontraron
una alternativa en las parroquias, donde la policía no entraba a detener a
nadie.
Elena, uno de
sus miembros y madre de Alfonso Fernández, conocido en los medios como “Alfon”,
el joven detenido y encarcelado en la huelga general el 14 de noviembre del año
pasado, por el que se han hecho fiestas en la parroquia para recaudar fondos
para su defensa, declara: “sí que es
verdad que hay otra Iglesia que es ésta. La iglesia de la teología de la
liberación, la iglesia de los pobres, de los desfavorecidos, de los inmigrantes
y en la que son coherentes con sus principios cristianos”.
La
relación con la Iglesia
Cuando el
arzobispado quiso cerrar la parroquia en 2007, los curas se encontraron con
apoyos tan diversos como el barrio. La primera carta les llegó del Partido
Comunista Español y la segunda de la Liga Árabe Española. Para Javier esto sucedió
porque: “cuando estás ocupado por ayudar a la gente, se desbordan ideologías,
rituales y fronteras”.
Desde Cristianos
Socialistas, que realizan encuentros en la parroquia vecina Santo Tomás de
Villanueva, opinan que el conflicto con el obispo fue “simplemente un momento
de tensión pasajero”, según cuenta Juan Carlos González, su actual coordinador.
Añade que “la parroquia San Carlos Borromeo realmente está llevando a la
práctica lo que dice el evangelio”, y concluye que “la Iglesia es una institución necesaria e importante
que debería plantear una influencia directa en favorecer las causas de los que
más están sufriendo”.
El cambio llega
a las puertas de la Iglesia en un momento de crisis mundial en el que ésta ha
ido perdiendo credibilidad. La Hermana Victoria, religiosa y profesora, propone cambiar cosas de la Iglesia
como la lejanía y el afán de poder, y quitaría “los dogmatismos que
tanto daño hacen”.
A pesar de las
diferencias con Rouco Varela, que le cambió el nombre de parroquia a centro
pastoral, Javier tiene la esperanza de que con el nuevo obispo y el Papa Francisco
mejore la relación, porque “es un hombre con los pies mucho más en el barro que
sus antecesores”. Para él, el obispo no
podía entender cómo viven ellos la fe, ya que nunca se acercó a la parroquia y
“para que alguien sea tu prójimo, tiene que ser tu próximo”.
Se enfríen las
relaciones o no, la llamada “Iglesia Roja” seguirá con su manera de entender el
evangelio, ayudando a la gente y desafiando a los poderosos. Así lo asegura
Asunción: “Mientras el cuerpo aguante vamos a seguir luchando”.
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