domingo, 1 de febrero de 2015

Reportaje sobre la Parroquia San Carlos Borromeo de Entrevías

Donde los curas se visten de rojo
La Parroquia San Carlos Borromeo sigue rompiendo con los moldes de la Iglesia    
AMANDA CRESPO OVIEDO. Fuenlabrada. 03/12/2014
Años 80, un domingo cualquiera en una parroquia de Entrevías, ese viejo barrio de Madrid golpeado entonces por la heroína. Un grupo de jóvenes decide presenciar la misa del nuevo cura. Cuando éste se percata de que uno de ellos entra fumando, se enciende un cigarro y fuma con él a modo de invitación. No es un cura cualquiera, es Enrique de Castro, el impulsor del cambio en la Parroquia San Carlos Borromeo.
A partir de su llegada, la parroquia se volcó en ayudar a sus vecinos, desde inmigrantes en riesgo de exclusión social, realizando encierros y acogiéndoles en sus casas, hasta jóvenes con problemas de drogas con los que llegaron sus madres en busca de apoyo y consuelo.
Es así como sus paredes fueron testigo del nacimiento de Madres Contra la Droga, que realizaron sus primeras reuniones en casa de Enrique. “Llegó un momento en el que las madres dijimos: basta de lágrimas, aquí lo que hay que hacer es denunciar, presionar, exigir y contarle al mundo lo que nos está pasando. Por ello, la parroquia no sólo es el lugar donde se fundó la Asociación, sino que además es donde las madres han aprendido a querer y a perdonar. Es nuestro sitio”, cuenta Carmen, miembro de Madres Contra la Droga que, desde hace 18 años, tiene acogidos a dos jóvenes, hijos de una mujer drogodependiente encarcelada.
Apodada como la “Iglesia Roja”, la parroquia dejó de lado los rosarios y los confesionarios para celebrar misas en las que se comulga con pan o rosquillas, donde una mujer lee el evangelio con el cura vestido de calle sentado a la altura de oyentes, que dejaron de serlo para convertirse en participantes expresando sus dudas y opiniones.
Asunción lleva 35 años yendo a la parroquia. Al principio acudía a las charlas que un grupo de mujeres impartía sobre sexualidad y después pasó a involucrarse activamente en las labores que se llevaban a cabo. Para ella es un lugar de encuentro en el que “no sólo se denuncia, se actúa, se atiende y se presentan alternativas”, y sostiene que nunca han estado de acuerdo con la caridad ni con el asistencialismo.
Feligreses muy diferentes
“Es un lugar donde los pobres forman parte de la asamblea y no están en la puerta mendigando como en otras parroquias”, dice Javier Baeza, que se siente afortunado de ser el actual cura de la parroquia, ya que para él significa más coherencia con su vida. Javier afirma compartir muchos valores de la izquierda, aunque no se considera vinculado a ninguna formación política.
Y añade: “en nuestras misas puedes encontrar gente como la nuera de Carrero Blanco, un banquero, un diplomático, un defensor del pueblo, un chaval que se ha pasado 17 años preso, una anarco-sindicalista y una mujer que antes de venir aquí ha estado en dos misas más porque no sabe si esta vale. En esta diversidad encontramos la manera de celebrar la fe que no es otra cosa que creer en los otros, ya que al final lo que nos vincula es la vida compartida”.
San Carlos Borromeo es una parroquia abierta a muchas realidades que se mantiene con la solidaridad de la gente. Además, presta su espacio gratuitamente a quien necesite un sitio para reunirse o recaudar fondos para una buena causa, porque Javier cree que “los curas tienen la mala educación de pensar que el espacio es suyo” y concibe la Iglesia como un lugar para celebrar la vida y la dignidad de las personas. Es el caso de Madres Contra la Represión, que a pesar de declararse no creyentes se reúnen en la parroquia como algo normal. Muchas vivieron la época del franquismo, cuando esto no estaba permitido y encontraron una alternativa en las parroquias, donde la policía no entraba a detener a nadie.
Elena, uno de sus miembros y madre de Alfonso Fernández, conocido en los medios como “Alfon”, el joven detenido y encarcelado en la huelga general el 14 de noviembre del año pasado, por el que se han hecho fiestas en la parroquia para recaudar fondos para su defensa, declara: “sí que es verdad que hay otra Iglesia que es ésta. La iglesia de la teología de la liberación, la iglesia de los pobres, de los desfavorecidos, de los inmigrantes y en la que son coherentes con sus principios cristianos”.
La relación con la Iglesia
Cuando el arzobispado quiso cerrar la parroquia en 2007, los curas se encontraron con apoyos tan diversos como el barrio. La primera carta les llegó del Partido Comunista Español y la segunda de la Liga Árabe Española. Para Javier esto sucedió porque: “cuando estás ocupado por ayudar a la gente, se desbordan ideologías, rituales y fronteras”.
Desde Cristianos Socialistas, que realizan encuentros en la parroquia vecina Santo Tomás de Villanueva, opinan que el conflicto con el obispo fue “simplemente un momento de tensión pasajero”, según cuenta Juan Carlos González, su actual coordinador. Añade que “la parroquia San Carlos Borromeo realmente está llevando a la práctica lo que dice el evangelio”, y concluye que “la Iglesia es una institución necesaria e importante que debería plantear una influencia directa en favorecer las causas de los que más están sufriendo”.
El cambio llega a las puertas de la Iglesia en un momento de crisis mundial en el que ésta ha ido perdiendo credibilidad. La Hermana Victoria, religiosa  y profesora, propone cambiar cosas de la Iglesia como la lejanía y el afán de poder, y quitaría los dogmatismos que tanto daño hacen”.
A pesar de las diferencias con Rouco Varela, que le cambió el nombre de parroquia a centro pastoral, Javier tiene la esperanza de que con el nuevo obispo y el Papa Francisco mejore la relación, porque “es un hombre con los pies mucho más en el barro que sus antecesores”.  Para él, el obispo no podía entender cómo viven ellos la fe, ya que nunca se acercó a la parroquia y “para que alguien sea tu prójimo, tiene que ser tu próximo”.
Se enfríen las relaciones o no, la llamada “Iglesia Roja” seguirá con su manera de entender el evangelio, ayudando a la gente y desafiando a los poderosos. Así lo asegura Asunción: “Mientras el cuerpo aguante vamos a seguir luchando”.



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