Fernando Ónega, Periodista
"Yo no hice otra cosa en mi vida, más que
periodismo"
Sara
Martín García, Tamara Vargas Moreta, Amanda Crespo Oviedo, Beatriz Pascual
Hoyas, Mónica Díaz Hernández, Noelia
Bethencourt Jiménez. 30/04/15
“Gallego
y periodista, aunque no sé por qué orden”, así se considera Fernando Ónega López,
que nació en Mosteiro-Pol, Lugo, el 15 de junio de 1947. Es
padre de las periodistas Cristina y Sonsoles Ónega. A pesar de llevar medio siglo en Madrid, conserva el acento de
su pueblo y tiene muy presente sus raíces
gallegas. Ya con 13 años publicó su primer trabajo en La Noche de Santiago y con 15 años colaboró con El
Progreso. Es hijo predilecto de Pol (Lugo) y
adoptivo de Lalín (Pontevedra).
Tiene una columna diaria en el
periódico La Voz de Galicia, colabora en la Vanguardia y esporádicamente en el
diario Lucense El Progreso y trabaja como tertuliano en diferentes medios de
televisión. Su especialidad periodística no se concreta en ningún medio por su
larga trayectoria profesional, ya que ha trabajo en todos los ámbitos
periodísticos.
Los aspectos más relevantes de su carrera son: fue Director de Prensa de la Presidencia del Gobierno de Adolfo Suárez,
siendo autor de famoso “puedo prometer y prometo”; subdirector de la
publicación falangista Arriba; director del diario YA; ingresó en la Cadena Ser
realizando comentarios políticos en el programa Hora 25; fue director de
informativos de la Cadena Ser sustituyendo a Gabilondo; director de cadena
COPE; colabora en Onda Cero; colabora
con Carlos Herrera en el programa Herrera en la Onda y también en La Brújula de
Carlos Alsina; en TVE dirige los programas Siete Días y Revista de Prensa;
colaboró en informativos Telecinco haciendo análisis político; presentó Antena
3 noticias a las 21h.
En los últimos años ha sido
comentarista de actualidad en tertulias como 59 segundos (2005-2012), el debate
de la 1 (2012), el programa de Ana Rosa (2005-2008), las mañanas de Cuatro
(2007-2009), Saber Vivir (2002-2009), La mañana de la 1 conduciendo la sección
Saber Mirar desde 2009 hasta la actualidad.
En el 2015 ha publicado el libro Juan Carlos I, el hombre que pudo reinar.
Pregunta- ¿Qué le llevó a elegir el periodismo como
profesión?
Respuesta- La
vocación la tengo desde muy pequeño. Cuando vivía en la aldea gallega, siempre me
intrigó porqué las líneas del periódico caían justas, mientras que las que yo
escribía no salían igualadas. Luego empecé a estudiar como muchos chavales de
mi aldea gallega para cura y a los 13 años hice mi primer trabajo periodístico,
mi primera entrevista.
Obviamente,
fue al director espiritual del seminario y la mandé al periódico La Noche,
que ya ha desaparecido. Sorprendentemente, la publicaron y, a partir de ahí, le
cogí el gusto y entrevistaba a los misioneros que llegaban a la aldea. Al
final, me acabaron echando del seminario y empecé a entrevistar a todos los
artistas que paseaban por Lugo.
Para
mí era sorprendente que figuras como Antonio Machín, le concedieran una
entrevista a un crío de 14 o 15 años. Todavía hoy me sorprende. Y más me
sorprendió que el periódico me las publicara, llegando a tener, con 15 años,
una página entera en el periódico El Progreso de Lugo. La titulaba Vida
Estudiantil y la utilizaba para contar la vida de los estudiantes y
hacerles entrevistas a los profesores. Yo no he hecho otra cosa en mi vida más
que periodismo.
P-
Cuando trabajaba en el diario Arriba, ¿estuvo a gusto trabajando ahí?
R- En aquella época, no había
demasiado donde elegir. Estamos hablando del año 65, aproximadamente. Los periódicos
de Madrid eran Arriba, ABC y Ya. Fui a hacer prácticas al
diario Arriba y me quedé, sin más. El periódico Arriba era una
escuela de periodismo. Era un periódico bien hecho.
P-
¿Sentía que ejercía realmente el periodismo o una labor más panfletaria?
R- Yo no voy a entrar en lo
ideológico. Allí hice de todo. Iba para reportero y, cuando acababa de cumplir
20 años, el suicida del director del periódico, Manuel Blanco Zubíome, me asignó
una columna. Y empecé a escribir una de opinión política en un periódico muy
franquista, el cual era portavoz y órgano oficial del movimiento.
Para el periodismo político que
entonces se hacía, creo que puedo dar la cara bastante decentemente porque los
temas, más que rozar la política activa, trataban el asociacionismo y el prólogo
de los partidos políticos. Dentro del periódico, había bastante mancha ancha.
Sabías que no te podías meter con Franco y con el régimen pero, en lo demás, yo
recuerdo trabajar con bastante comodidad.
P- Entonces, ¿podría decir que había
cierta libertad?
R-Sí, bueno, en esa redacción estaban,
básicamente, los que después fueron la redacción del diario El País. Había
militantes comunistas y muchos franquistas, que eran los que dominaban la
dirección. Pero nadie tuvo, que yo recuerde, ningún problema para estar en el
periódico. Y de aquí, han salido analistas como Bonifacio de la Cuadra o
Antonio Fraguas “Forges”.
P-¿En qué etapa de su vida profesional ha
disfrutado más?
R-Es tan larga que me cuesta trabajo elegir
pero, seguramente, sea el descubrimiento de la radio. Nadie me aconsejaba que
me metiera en eso, pero ha sido un medio que me ganó desde el primer día. La
verdad, es que tuve suerte. Empecé haciendo comentarios políticos en Hora 25,
cuando esto no existía en la radio. Fue un fogonazo y, en una semana, provocó un
gran impacto. Yo con eso disfruté muchísimo.
También
disfruté con la dirección de los servicios informativos de la SER, donde
intentamos construir el aparato informativo de la radio que tenía la pasión y
el atractivo de la novedad. Me estrené con el golpe de Estado del 23 F, el cual
consolidó la radio como medio informativo. Lo pasé muy bien.
P-
Cómo se viven los momentos históricos desde dentro de los medios, como en el
23-F, ¿se piensa en el día siguiente o solo en informar?
R. Se piensa solo en informar. En
aquel momento recuerdo estar con el Director General y me dijo: “hay que cortar los tiros del
Congreso”, y yo le dije, “no, no se puede cortar, esto es la historia”. Primero
tienes el sentimiento de que estás haciendo una noticia histórica, sin saber
muy bien lo que es eso. Luego está el impulso de seguir informando, sin parar.
Y, por último, la responsabilidad de ser la única emisora que estaba
retransmitiendo en directo lo que sucedía, ya que uno de nuestros técnicos había
dejado la línea abierta con el Congreso de los Diputados y sabíamos lo que
estaba ocurriendo.
Yo no paraba de mirar a la puerta
y pensar “de un momento a otro van a entrar”. No entraron. Tanto la radio como
el Rey fueron fundamentales para salvar el Golpe de Estado, pero hubiese sido
muy distinto el desarrollo del Golpe en una sociedad sin información.
P- En una entrevista que le
hicieron por el libro que ha escrito de Don Juan Carlos I, usted comenta que
llegó a reconocer que era un poco “rojeras”. ¿A qué se refiere con eso?
R- Eso fue en una conversación
con un grupo de periodistas y el Rey en el Palacio de la Zarzuela, que mientras
hablábamos descuidadamente dijo la frase “cuando yo era un poco rojeras”, y que
se refería a que había abierto al pueblo de Madrid una parte del Monte del
Pardo que se encontraba cerrada y no estaba seguro de haber hecho bien.
Pero vamos, el contexto fue así.
No sé si fue “rojeras”, un poco sociata o no, pero si es un hombre que está muy
agradecido a la Izquierda porque ha sido la que realmente le ha consolidado.
P- ¿Cómo definiría la ideología
de Felipe VI? ¿Le parece como la de su padre?
R. Un Rey no puede tener ideología.
Cuando hablo de la ideología de su padre, a quién conozco mejor, hablo de la
ideología del consenso por la que ha trabajado toda su vida, la de limar
esperezas, que se entendieran los partidos políticos. Me recuerda mucho a
cuando Aznar ganó sus primeras elecciones, en una situación muy precaria, y Álvarez
Cascos le pregunta “Presidente, ¿Cuál es nuestra prioridad?”, y Aznar le
contesta “durar”. Yo creo que la ideología de Felipe VI será la de durar. Con
esa finalidad está encaminando toda su forma de actuar.
P- Volviendo a usted, ¿cómo vivió la transición
de la Ser a la COPE? por su distinta forma de tratar la información, su ideología…
R- Cuando me fui de la Ser coincidió con laentrada del grupo PRISA,
y problemas que tuve con su director, Eugenio Galdón, que se dedicó a fastidiarme.Y, en un momento dado, cuando vi
que ya era demasiado, subí a su despacho y le puse las cartas sobre la mesa.
Me fui y no quise saber nada.
Entonces, me llamó Luis del Olmo para colaborar en su programa La Carta y acepté.
Estamos en lo de siempre, el cambio de ideología. Yo como no he vivido la etapa PRISA de la SER,
no puedo hablar de ideología. Antes era, lo que se dice literalmente, una
emisora independiente. Y en la COPE hay unos cuantos principios que no te puedes
saltar que son el aborto, la religión católica, el Papa, el Vaticano y la Santa
madre Iglesia... Por lo demás, no he notado diferencias.
P-La manipulación ha sido algo que
ha desprestigiado la profesión del periodismo ¿qué cree que se podría hacer para
recuperar la confianza de la gente en los periodistas?
R-. La confianza se gana en el día a
día, con trabajo bien hecho, contrastando informaciones y fiables. Últimamente,
estoy observando que se están perdiendo costumbres sagradas, como contrastar la
información, confirmarla o tener fuentes suficientes.
Además, nos están
haciendo daño algunos programas de televisión, a los que cada vez voy menos, en
cuanto a perder el crédito. Quien va, aporta opinión y no a dar complementos de
información. En cuanto te conviertes en un personaje prácticamente político,
que hablas como un dirigente político, pasas a ser una parte del tinglado político,
y ahí se pierde credibilidad.
P- ¿Piensa, por lo tanto, que deberían dedicarse más a informar y
menos a opinar?
R-Hay que separar la opinión de la
información. El oyente, el espectador o el lector debe tener claro lo que es
información y que es opinión. Ahora se han roto las barreras, de una cosa y
otra, de ahí viene en parte el descredito.
P-Tras toda su carrera profesional, ¿cree
que le queda hacer algo en el periodismo?
R-Por quedar, me queda todo. Pero lo
que no me queda es tiempo, por lo que tengo que empezar a dar por cerrada esta
fase de mi vida. Supongo que he entrado en la fase del libro, que ha sido una
cosa que me ha horrorizado siempre. Me
daba pánico el escribir un libro. Pero, hasta ahora me ha salido bien. Lo mismo
me animo a seguir un poco por esa vía, que además te da mucha más libertad de
funcionamiento.
P- Después de 40 años siguiendo
la actualidad ¿cómo valora el panorama político actual? Con la creación de
Podemos, Ciudadanos, la corrupción…
R- Creo que vivimos uno de los
momentos más apasionantes después de la transición, aunque es incomparable a
efectos emotivos, de interés público y de todo tipo, pero en este momento nos
jugamos la eliminación o no de toda una clase política que ha estado en el
poder durante 40 años.
Lo que nos estamos jugando es el
cambio de régimen o la continuidad del régimen y ahí la palabra la tiene el
pueblo español. Mis deseos serían que continuara el pacto de la transición, en
mi opinión un pacto histórico, que hizo posible la reconciliación de las dos “Españas”.
Me parece peligroso meternos en la revisión de eso.
P- En cuanto a los medios de
comunicación, ¿piensa que se manipula la información?
R- Sí, se manipula. Obedece a
intereses de todo tipo, no por parte de los periodistas, pero sí de las
empresas y de sus ejecutores en los medios que son los directivos. La misma
información puede tener un sentido u otro según los medios. Leí un tweet muy
divertido de Joaquín Leguina que decía algo así como: “Si a Tomás Gómez se lo
quiere cargar El País y a Ignacio González El Mundo, ¿por qué no hacen los periódicos
las listas electorales?"
P-¿Cómo ve los nuevos proyectos
periodísticos, por ejemplo con los medios digitales?
R-A mí eso me pilla mayor y
personalmente no me veo en un medio digital, entre otras cosas porque estoy en
edad de jubilarme, pero entiendo que es el periodismo del futuro. El papel es
muy caro y la rapidez de internet ha logrado en gran parte combatir a la radio,
que ha sido siempre el medio del directo. Además, los medios de comunicación
que hay en Internet cada día son más completos.
P-Entonces, ¿cree que quedará sitio
para la prensa escrita o acabará desapareciendo?
R- Creo que hay sitio todavía
para la prensa escrita, al menos mientras dure la generación de los que nos
hemos formado estrictamente en el papel, porque a algunos nos cuesta seguir las
ediciones de los periódicos. Por ejemplo, tú sabes que en El Mundo en la última
página está Raúl del Pozo, en la página dos está Carles Espada cuando le toca o
Luis María Ansón, o que el domingo en la página tres escribe el director. Somos
animales de costumbres, vamos buscando lo que conocemos y lo que nos resulta más
fácil.
P-¿Qué le parece que sus hijas
hayan seguido sus pasos en cuanto a la profesión?
R-. A mi primera hija, Cristina,
no le puse inconveniente. Pero con la segunda, Sonsoles, me parecía que ya había
demasiado periodista para una sola familia y me negué. Me llamaron del colegio
para decirme que le estaba creando un trauma, que ellos le veían cualidades, y
que hiciera el favor de rectificar. Y yo que soy un ciudadano obediente,
rectifiqué y ahí está. Las dos están muy bien, con lo cual, es muy gratificante
ver cómo están funcionando ambas.
P-Una trayectoria profesional tan
extensa como la suya, ¿deja espacio para la vida privada?
R-Sí, incluso para alguna golfería.
Hombre, no tanta como yo quisiera, porque en este momento estoy colaborando en
demasiados sitios y me ocupa demasiado tiempo, pero si, obviamente te deja.
P-Dado que era amigo de Adolfo Suárez,
¿hay algo que ensalzaría de su figura?
R-Bueno, he sido su colaborador y
he trabajado con él y lo defino como el último héroe español y sigo teniendo
ese pensamiento. Resaltaría de él su capacidad de diálogo y su capacidad de
renuncia a sus propias ideas para beneficiar al país. Yo creo que ese ha sido
el gran servicio de Adolfo Suárez. Y su valentía, tuvo mucho coraje para hacer
lo que hizo.
P-¿Qué consejo daría a los
futuros periodistas?
R-Uno básico. Que seáis como sois
sin intentar ser otra persona, porque eso ya está ocupado. Luego, que leáis
mucho, porque la competencia está muy dura, y se tiende, no siempre por
desgracia, a la selección de los mejores. También que tengáis una gran
disposición al sacrificio, porque esta es una profesión esclava, está mal
pagada, y consecuentemente es muy vocacional. Y como tal la tenéis que tomar. A
pesar de todo esto, os espera una maravillosa profesión.