El derecho o el riesgo de hacer huelga
AMANDA CRESPO OVIEDO. Fuenlabrada
Era 29 de septiembre de 2010 cuando tuvo lugar
la huelga general contra la Reforma Laboral de Zapatero. Nos situamos en la
planta de Airbus en Getafe, donde la cosa se empezó a poner muy fea. Los
piquetes se encontraban cerca de la puerta, gritando a los antidisturbios y a
los compañeros que acudían a trabajar, cuando de repente un policía se puso nervioso y empezó a disparar al aire con
su pistola. Muchas versiones surgiendo en cuanto a lo que pasó después, pero
nada más fiable que los vídeos grabados del momento, donde se ve perfectamente
quién carga contra quién. Primera y segunda parte, por si no se fían:
Los
antidisturbios justifican su actuación por la presencia de piquetes. Los
piquetes son la consecuencia de los esquiroles, que surgen por el miedo que
tenemos los trabajadores a hacer huelga, amenazados, directa o indirectamente,
por los empresarios y el gobierno que consiguen que no nos atrevamos a ejercer
nuestros derechos como ciudadanos y acudamos al trabajo temerosos de perderlo
todo y no poder llevar a casa un plato de comida caliente. Los piquetes son
esos pocos valientes que lo arriesgan todo por sus compañeros y piden a cambio
que hagan lo mismo por ellos, ya que, de conseguir algo, ganarían todos, pero
si perdieran, sólo perderían ellos. No obstante, no justifico la violencia
utilizada contra los esquiroles, no se puede obligar a nadie a ser solidario
con los demás si no quiere.
El
Artículo 315.3 del Código Penal, establece pena de prisión y multa para los que
limitasen el derecho a huelga y para los que coaccionen a otras personas a
iniciar o continuar una huelga. Este artículo dedicado a los derechos de los
trabajadores, del que hasta ahora sólo se ha aplicado la segunda parte, se
encuentra con que en la actualidad han sido imputados 300 sindicalistas en las
últimas huelgas generales. En efecto, queridos lectores, hablo de nuestra amada
España, ni de Venezuela, ni de Cuba.
Los manifestantes ya no ven a los
antidisturbios como las fuerzas del orden, para ellos son el arma que el
gobierno utiliza para reprimirles, no les respetan, no les temen. Los
antidisturbios (o los gobernantes que les mandan) ya no ven a los manifestantes
como personas que ejercen sus derechos, para ellos sólo van a causar reyertas,
no les respetan, pero les están empezando a temer.
Esto queda
reflejado en los vídeos y en la manera de elegir a los imputados, ya que
durante el conflicto no se detuvo ni se identificó a nadie, pero dos días
después se decidió imputar a los manifestantes que habían sido heridos, dando
por sentado que algo habrían hecho para merecerlo y que todos actuaron por
igual. Sin tener en cuenta, que los acusados no tenían antecedentes y que no es
lo mismo ser culpable que estar implicado, como en el caso de la Infanta
Cristina, no es lo mismo hacerlo por dinero que por amor.
Finalmente, se
ha resuelto el caso con la poca cordura que le quedaba al sistema judicial
español y, por falta de pruebas, los detenidos han salido absueltos.
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